sábado, 7 de enero de 2017

ESPEJOS

Mírense un minuto en el espejo. Después, al rato, vuelvan a hacerlo. Verán que no coinciden. La persona que antes contemplaron, ya no es la misma. Ni siquiera las cejas o el brillo de los ojos son iguales. Realidad y ficción se han mezclado ordinariamente para componer un rostro, el suyo, que habitualmente no tiene mucho que ver con usted como personaje. Vuelvan al espejo, repitan la operación, pero no se asusten. Cuantas más veces lo hagan, más cuenta se darán que el de detrás del cristal y el de delante son seres diferentes. Enseñe la lengua, por ejemplo. Y después vuelva a enseñarla. 
Lo sé. No es la misma lengua, aunque lo parezca. La carne roja, el músculo fresco. No tienen nada que ver, son dos lenguas radicalmente opuestas. Ahora coja un martillo y rompa el espejo. Verá, en los trozos resultantes, como otros parecidos a usted intentan reagruparse. No se deje engañar. Recójalos y tírelos a la puta basura.


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