jueves, 23 de junio de 2016

PRESENTACIÓN

«No tema usted, no cometeré más crímenes. Mi tarea ha terminado. Ni su vida ni la de ningún otro ser humano son necesarias ya para que se cumpla lo que debe cumplirse. Bastará con una sola existencia: la mía. Y no tardaré en efectuar esta inmolación. 
Dejaré su navío, tomaré el trineo que me ha conducido hasta aquí y me dirigiré al más alejado y septentrional lugar del hemisferio; allí recogeré todo cuanto pueda arder para construir una pira en la que pueda consumirse mi mísero cuerpo».

Ay Satán rozándome la cápsula piramidal del occipital. Enjuago las manos, seccionar es  complicado, máxime con dos garrafas de aguardiente destilado.
Mi labor medicinal se confunde con las obstrucciones neuronales. Influyen en el estado de ánimo, no dejan capacidad de concentración, al menos no la deseada.
Cocino en precario, puede usted decírselo al lector básico: este tipo acaba de comenzar, ha juntado utensilios, útiles, parches. Este tipo y su cocina no son nada o casi nada, sólo soflama de silencios y soledades. 
La soledad de la rana que disecciono mirándole los pulmones ya quietos, el minicorazón ausente del rayo de luz, la muerte abierta en canal.
¿De dónde procedo, piensa usted?....... de la tristeza antológica de letras, de los ahogados, de aquellos surcos grabados en caras pusilánimes que merodean al ciudadano alienante y alienado.....
Acabo de comenzar esta bitácora, acabo de montar una cocina.
Me llamo Frankestein y estoy dispuesto a pelearme con Prometeo, robar su fuego, atentar contra  todos los dioses, huir del Cáucaso y asesinar al águila imperial, hija de Tifón y Equidna. Su hígado es regenerativo, Heracles disparó contra el pico curvo del águila imperial, contra los estados sublimes que muerden napalm y misiles tierra aire, contra las profundidades submarinas.
Éste soy yo, me llaman doctor, y desde tamañas páginas dispuesto, conformo bolígrafos y tintas. A partir de ahora todos sabrán del laboratorio.




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